Por José Vicente Calderón R.
Comienzo diciendo que esta es la crónica que jamás quise haber escrito. Creo que podemos decir que todavía estamos derrumbados, en el suelo, pero no debemos quedarnos ahí, en el suelo, tenemos que levantarnos. Y considero que una forma de ayudarnos a levantarnos es, además de agarrarnos de Dios, pensar y recrear todo lo positivo que podemos extraer, que estuvo siempre alrededor de esta horrible tragedia del desplome del techo de la discoteca Jet Set durante el desarrollo de una fiesta amenizada por Rubby Pérez, uno de nuestros artistas del merengue más sobresaliente de los últimos 45 años, nacional e internacionalmente. Fiesta a la que asistían varios cientos de personas, de todas las edades, de todos los estratos sociales, de todo el ámbito de la comunidad nacional; de cuya catástrofe el reporte oficial final dado por las autoridades correspondientes nos entera del lúgubre resultado: 221 víctimas mortales y 189 lesionadas que pudieron ser rescatadas con vida. Este fatídico acontecimiento cambio por completo la agenda del país.
Quedó demostrado una vez más, que somos la nación más solidaria y empática del mundo. Que en los momentos más difíciles nos crecemos. Hay que resaltar la respuesta inmediata, ágil, con verdadera entrega, de las autoridades competentes (nunca antes mejor utilizada la expresión AUTORIDADES COMPETENTES), coordinadas por el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), encabezado por el general (r) Juan Manuel Méndez, especial reconocimiento para él. La respuesta de nuestro personal médico y paramédico, del Ministerio de Salud Pública, del SeNaSa, Instituto Nacional de Ciencia Forense (INACIF), Patología Forense. Ayuntamiento del Distrito Nacional y; Cuerpos de Bomberos del país, Obras Publicas , Defensa Civil, Policía Nacional, y hasta a la Junta Central Electoral y el consulado dominicano en Bogotá, Colombia, debemos mencionar. Labor ejemplar de toda la prensa, de todos los medios tradicionales del país.
Y qué decir de los cientos de voluntarios integrados gustosa y espontáneamente a las labores de búsqueda y rescate removiendo escombros. Las gentes del vecindario y más allá, llevando comida, agua y supliendo de cualquier otra necesidad, tanto al personal que realizaba las labores de búsqueda y rescate, como a los cientos de personas, familiares y amigos, que buscaban información sobre el destino de los afectados directos por el siniestro. La oportuna e importante colaboración en diferentes sentidos del sector empresarial privado. La respuesta solidaria y efectiva de la población ante el llamado del Hemocentro Nacional a donar sangre. He podido constatar, como durante todos éstos días, hasta una semana después del fatídico acontecimiento, los barrios más revoltosos y bulliciosos de nuestra ciudad capital acogieron el llamado a duelo nacional decretado por el presidente de la República, Luís Abinader, reconocimiento especial también para él y su señora esposa, la primera dama, Raquel Arbaje. En barrios como Ensanche Capotillo, Luperón, Villas Agrícolas, Villa Juana, Cristo Rey, Villa Consuelo, y otros aledaños, eso ha sido cero escándalos y bullicios, cero música, total recogimiento, una actitud cívica ejemplar.
Mientras lloroso escribía éstas líneas, llegó a mi memoria algo con lo que quiero concluir: El programa radial, que se hizo famoso en el tercer cuarto de años del siglo pasado, El Informador Policíaco: Con el Suceso de Hoy, una producción del artista dominicano, oriundo de Santiago, Manuel Antonio Rodríguez, Rodriguito, quien como maestro de la locución y el drama, narraba y dramatizaba de manera verdaderamente profesional y artística, acontecimientos particularmente trágicos, y que siempre concluía sus producciones con estas lapidarias frases: ..."Y la vida no se detiene...Prosigue su agitado curso".
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